Tienen muy claro lo que buscan y que es aquello con lo que no están conformes. Sufren el paro y la exclusión y se encuentran sin vivienda, sin futuro y hasta cierto punto sin esperanza. Cuando algun@s se preguntan contra qué o contra quién luchan encontrarían respuestas rápidamente si se les presentase un futuro como el que les espera a ell@s. Se definen como gente pacífica que lo único que busca es un lugar en el que habitar y poder hacer cosas con las que sentirse útiles. Si somos reduccionistas incluso podría tachárseles de pragmátic@s. Van a lo útil y se dejan de rodeos. Si existen edificios abandonados y viviendas sin inquilin@s o los precios de los alquileres se ponen por las nubes la solución está clara: se ocupan y listo. Son inmuebles por los que nadie parece preocuparse aunque se estén cayendo a trozos ¿por qué no habitarlos? Se conseguiría lo que tod@s buscan en esta vida: una vivienda digna y además por poco precio.
ANARQUISMO Y FEMINISMO
El movimiento anarquista del siglo XIX pone en marcha un proceso cultural alternativo que resquebraja el sistema ideológico vigente, se revela como una tentativa rupturista de las costumbres, en especial de aquellas reguladoras de la sexualidad. La retórica anarquista irrumpe solitaria en uno de los centros más fértiles de la trata de blancas como era la Argentina de la época, y tiene un lugar protagónico en la lucha por la transformación de la moral victoriana local. Habría que comprender sus propuestas en torno a la problemática de la discriminación femenina y la sexualidad como antecesoras del feminismo de los años ’60, aunque las feministas actuales soslayen (por desconocimiento) la fuerza del pionerismo libertario.
A veces resulta un poco complicado saber qué buscan. Se les ha definido de mil modos: que si marxistas, que si pacifistas, que si partidari@s de la supresión de cualquier autoridad sea del tipo que sea. De lo que estamos segur@s es de que van contra cualquier esquema predeterminado. Una de las cosas en la que están de acuerdo casi tod@s l@s okupas es en el rechazo a cualquier mediación institucional. Ell@s, aunque suene a pasota no es así, van por libre y en contra de cualquier partido o sindicato. No tienen nada que ver con las organizaciones de la vieja izquierda. Se trata de algo diferente. Se organizan fundamentalmente en asambleas que convocan en el mismo instante en el que les hacen falta. En la mismísima comisaría han montado más de una vez alguna. Aunque no siempre lo consiguen intentan tomar sus decisiones por consenso. Lo de las votaciones también lo evitan hasta el último momento. Hasta que no son imprescindibles no las aplican. Sus asambleas son larguísimas, pueden durar horas y horas y, si la cuestión a tratar es muy truculenta, incluso días. Llegar al consenso con el simple y útil diálogo tiene sus complicaciones cuando son much@s l@s que participan. Por más que l@s persiguen y l@s desalojan no pierden la ilusión. Ante un desalojo su solución es una nueva ocupación y a empezar otra vez de nuevo. No son violent@s como much@s creen. Su imagen de agresiv@s les viene de los disturbios callejeros que habitualmente acompañan a los desalojos y a que la polémica les persigue.